Nuestra pequeña protagonista nos enseña a crecer y disfrutar en la vida.
Había una vez una semilla, era amarilla y muy chiquitina.
Cuando miraba hacia abajo veía el suelo, cuando miraba hacia arriba veía el cielo.
Le gustaba el olor a tierra mojada, ese que la lluvia siempre nos regala.
También le encantaba el aroma del aire, que movía las flores como en un baile.
Un buen día con un gran árbol topó y, de pronto, la semilla exclamó:
― ¡Yo quiero ser tan alta como tú y crecer hasta tocar el cielo azul!
El árbol grande y frondoso bajó la vista y respondió con cariño a nuestra semilla:
―Pero antes muchas cosas deben pasar y también mucho tiempo tendrás que esperar.
La pequeña semilla deseaba escuchar los consejos que el árbol le podía dar:
―Dime qué es lo que debo hacer, ¡porque tengo muchas ganas de aprender!
―Necesitarás alimento y cobijo de la tierra, varios años vivirás debajo de ella.
Recibirás el calor del sol y la lluvia te regalará su frescor.
― ¿Y cuándo veré la luz del sol? ¿Cuándo me haré yo mayor? ¿Cuándo tendré ramas y tronco? ¡Yo tengo ganas de verlo todo!
―Cuando estés preparada saldrás, nunca te debes impacientar. Disfruta de cada momento, crecer requiere su tiempo.
La semilla, agradecida, se despidió con una sonrisa.
Tanteó poco a poco el terreno y se adentró en un pequeño agujero.
Semanas y meses pasaron, ¡y las cuatro estaciones del año!
De la semilla brotaron finas raíces y una hojita verde salió a la superficie.
―¡¡Bieeen!! ―gritaba muy contenta ―. Ya estoy un poco más cerca.
Dos hojas, diez, cien… ¡El nuevo arbolito no paraba de crecer!
Con el tiempo el tallo se convirtió en un grueso tronco de color marrón.
Sus hojas muy fuertes y grandes se hicieron, ¡tan alto era que llegaba hasta el cielo!
Fue así que se hizo amigo de las nubes y el sol, de la luna, las estrellas y de algún que otro avión.
Y es que nuestro árbol era muy curioso, preguntaba noche y día para saberlo todo.
Ellos le hablaban de la vida y sus misterios, y le desvelaban todos los secretos.
Y ahora bien… ¿os gustaría a vosotros conocer estos secretos también?
Pues como la semilla tendréis que hacer para como ella poder crecer.
Preguntad y preguntad a papá y a mamá, a vuestros amigos y a todos los demás.
Ellos tienen mucho que enseñaros, pero vosotros tenéis los grandes secretos guardados.
¿Sabéis dónde? En vuestro corazón. Ahí es donde crece vuestra semilla interior.